Para el ciudadano común, la residencia geriátrica suele estar asociada con un estilo de vida mitad hospital, y mitad asilo. Con ancianos aburridos, deprimidos y sofocados por una organización rígida, ascética, típica de los edificios institucionales.
Sin embargo, y desde hace ya algún tiempo, se ha producido una saludable reacción contra esos paradigmas, y toda una nueva generación de gerontólogos, psicólogos, terapeutas y promotores de residencias han comenzado a impulsar nuevos criterios para los ancianos residentes.
Este movimiento, denominado "cambio cultural" , está promoviendo una nueva forma de pensar sobre la calidad de la atención y la calidad de vida de los residentes de asilos de ancianos. Después de décadas de ser reaccionarios en su métodos de prestación de servicios, los hogares de ancianos están siendo
proactivos en la definición de componentes de la atención, el medio ambiente y la vida que privilegian la alta calidad de atención en los cuidados prolongados.