La vida asistida es una opción de cuidado de largo plazo para los ancianos y discapacitados de cualquier edad. Cuando el cuidado médico proporcionado por un asilo es más de lo que se necesita, pero los recursos en una comunidad de retiro no son suficientes, una persona puede optar por la vida asistida.
La vida asistida es una combinación de vivienda, servicios de apoyo personalizados y cuidado de salud diseñado para proporcionar asistencia las 24 horas y supervisión si se necesita.
Ya que las necesidades de cada residente son diferentes, las residencias de vida asistida proporcionan una variedad de servicios con niveles variantes de asistencia para los ancianos. Los servicios ofrecidos podrían incluir:
· Tres comidas al día servidas en un área de comedor común
· Control de medicamentos
· Servicios de casa y de mantenimiento
· Transporte
· Asistencia con el cuidado personal, como bañarse, comer, vestirse, ir al baño y caminar
· Acceso a servicios de salud y médicos
· Instalaciones de ejercicios y educativas
· Servicio de lavandería y de ropa blanca
· Actividades sociales, recreativas y religiosas
El escenario residencial de una instalación de vida asistida puede variar desde un complejo de apartamentos construidos al efecto, hasta un hotel o una escuela reciclada. Típicamente las unidades son estudios o recámaras solas que pueden estar amuebladas o sin muebles e incluye un baño privado o compartido y una cocina.
El objetivo principal de las residencias de apoyo consiste en permitir el máximo grado de independencia posible. Dicha independencia debe equilibrarse con los riesgos que la misma implica. Por ejemplo, un residente que disfrute de cocinar, pero que tal vez no se acuerde de apagar el fuego, necesitará cierto grado de supervisión para garantizar su propia seguridad y la de la institución en su conjunto. Si bien este ejemplo parece bastante claro, distintas personas tendrán opiniones diferentes sobre lo que constituye un nivel aceptable de riesgo.
Los pacientes que se caen frecuentemente, pero que se niegan a usar la silla de ruedas o a aceptar ayuda ajena, pueden considerar que la libertad del movimiento independiente compensa el riesgo de caerse. La institución de vida asistida puede pensar lo contrario. Muchas instituciones tienen un convenio escrito sobre riesgos, que los residentes deben firmar. Antes de firmar cualquier convenio, siempre es conveniente que un abogado lo revise.
La preocupación con respecto a los riesgos no sólo limita la independencia, sino también la privacidad. En general, mientras más servicios requiera la persona, menor grado de privacidad estará a su alcance.
Los pequeños detalles pueden adquirir gran importancia para el sentido de independencia y privacidad de la persona.
Por ejemplo, la posibilidad de cerrar la puerta con llave, fijar la temperatura del dormitorio, cambiar de asiento en la mesa del comedor o tener invitados a dormir contribuye a reforzar el sentimiento de libertad e independencia.
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