Después de diez años y el amargo recuerdo de una despiadada canícula que en el verano de 2003 dejó miles de ancianos muertos en Francia, el proyecto de una vivienda "autogestionada, solidaria y ecológica" para las Babayagas se concretó. "Empecé a pensar en mi propia vejez y sólo veía dos opciones: o hacerme vieja y acabar muriendo sola en casa, o ir a una residencia. Ninguna de las dos me pareció bien".
Somos "una raza de mujeres buenas" unidas por un "compromiso ciudadano", decía Thérèse Clerc.
Su futuro hogar, cuya apertura se realizó en 2008 y sería también "un lugar de muerte serena", no tiene directora. La casa de tres pisos con ascensores dispone de 19 estudios independientes de 35 metros cuadrados, con cocina, ducha y servicio. Los alquileres oscilan entre los 200 y 700 euros mensuales.
En la vivienda, no hay un espacio médico propio: sus inquilinas recurrirán a los servicios de cuidados a domicilio. El resto de la superficie será colectivo. En la planta baja: jardín, biblioteca, amplia sala y spa de 12 plazas (financiado por fundaciones privadas); en el último piso: terraza y taller para las artistas del grupo.
Los hombres, así como las parejas, "que serían como un quiste en un medio homogéneo", no se admitirán. "En las residencias para la tercera edad todo está organizado para las "viejas". Aquí nosotras mismas nos organizaremos la vida", explica Suzanne Goueffic, de 76 años, ortofonista jubilada, "irritada por la conmiseración respecto a las personas de edad". Ella no quiere asilos de ancianos, "por muy bonitos que sean", donde "personas sentadas delante de dibujos animados bobos esperan la pitanza, sumidas en sus pensamientos".
El sexo en edades avanzadas tenía un gran potencial emancipador para Thérèse: "La vejez trata mejor a las mujeres que a los hombres. Tenemos entre los muslos un tesoro que se llama clítoris. Si hay deseo, nos sirve hasta la muerte". Aseguraba, entre risas, que muchas mujeres que asisten a sus reuniones siguen descubriendo que pueden disfrutar del sexo sin su difunto marido: "Algunas incluso descubren el lesbianismo".
Thérèse Clerc |
Para esta casa de 2,8 millones de euros, las Babayagas no han desembolsado un solo euro. Jean-Pierre Brard, ex alcalde de Montreuil propuso entonces su propiedad, en el centro, con una ubicación ideal. Christine Boutin, el entonces Ministro de Vivienda y uno de los primeros en apoyar Babayagas, otorgó a la asociación 4 millones de euros. Los depósitos en efectivo y OPHLM financiaron el resto.
Las condiciones de entrada en este lugar único para vivir son claras: comparten una ideología feminista y después de haber estado activas dentro de una organización o de un grupo. El único inconveniente, la casa no está medicalizada, los aspirantes a Babayagas debe estar en buena forma física y mental. Por otra parte, cada miembro designará a una persona externa que tomará las decisiones necesarias en el caso de incumplimiento por su parte. Teresa reconocía, "no siempre es fácil vivir con un viejo! "El funcionamiento del grupo, que se compara con un par, basado en el compromiso. Por lo tanto, además de permanecer juntos, las Babayagas organizan un "campamento de verano" a menudo en Borgoña. "Lo importante, decía, queda por demostrar que podemos envejecer de manera diferente. "
Las Babayagas no tienen pensado descansar en casa: quieren montar sesiones de ayuda escolar y una "Universidad del saber de los viejos". El 10 de marzo, organizaron un coloquio "Miedo a la edad, flor de la edad".
El concepto de las Casas de las Babayagas, inspirado en experiencias de Europa del norte, ha seducido a otras mujeres, que intentan montar proyectos similares en Toulouse (suroeste) o Brest (oeste). El de Montreuil es el más avanzado y "único en Francia", según la asociación. "Es un concepto que desearíamos ver desarrollar", confía Monique Braguard, pintora de 75 años. "En 2050, un tercio de la población de los países industrializados tendrá más de 65 años: si los viejos no toman cartas en el asunto, vamos hacia la catástrofe", alerta.
También esta peculiar residencia será un lugar de debate político: "Los más ancianos tienen muchas cosas qué decir al respecto". El “Babayagas” acogerá también a artistas, discutirán una película, organizarán salidas culturales. Será una casa-foro, casa-taller, y también casa-refugio donde se transmitirán el conocimiento y la experiencia: "Otorgaremos apoyo escolar, acogeremos a jóvenes mujeres en dificultades, en torno a una buena comida cocinada juntos, por ejemplo", se imaginaba Thérèse Clerc, ya inhalando los sabores de una receta culinaria.
Ciudadanas, libres, autónomas, solidarias, activas... Las “Babayagas” pretenden reconstruir en casa el lugar que la sociedad se niega desde hace tiempo en referencia a los adultos ancianos. Y su ideal de “envejecer juntas" no termina de ser emulada. Por todas partes en Francia, el modelo de la casa “Babayagas” retoma la antorcha para crear otras residencias semejantes autogestionadas. Y la llama se está expandiendo a España, y varios otros países europeos.
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