Laura Rosillo - 20 Minutos
La población en muchos países disminuye año tras año mientras crece la población de edad avanzada, y muchas de las actividades que se desprenden del envejecimiento de la población significarán un incremento de las oportunidades de negocio en lo que ha venido a llamarse “Silver Economy”.
Pero a pesar de las numerosos referencias en los medios y en las redes sociales, ni los gobiernos, ni las empresas, ni las organizaciones reaccionan ante el envejecimiento de la población activa, ni son conscientes de la imposibilidad de un relevo generacional que, con el continuo descenso de la natalidad, se ha vuelto una quimera.
Encontramos poquísimas referencias a la generación más numerosa, la de Baby Boom que está inaugurando e inventando una etapa en la que los 50 no son antesala de la jubilación sino una nueva madurez en la que se aúnan experiencia y salud, se retoman viejos sueños pospuestos por la urgencia de sobrevivir y cumplir el mandato social que nos inclina, en la primera etapa de la vida adulta, a trabajar para construir una familia. Los babyboomers entran en crisis “madurescente”, ese ciclo vital en el que nos preguntamos si esto es todo lo que nos deparaba la vida.
No existe conciencia sobre las consecuencias del alargamiento de la vida y de la salud, ni previsiones sobre qué hacer con esta nueva mayoría de cincuentañeros y sesenteros con ganas y energía suficientes para cambiar el mundo. Los babyboomers ya no podemos hablar de envejecimiento sino que nos debe ocupar la longevidad.
Palabras como “retiro” o “jubilación” suenan a voces del siglo XX. Habrá que inventar nuevas para describir la longevidad generativa, en la que es más importante el mantenimiento que la reproducción, etapa en la que construir nuestro legado, nuestra aportación a la necesaria transformación de la sociedad.
Ciclo vital en el que centrarnos en la participación generosa en proyectos profundamente humanos, de desarrollo del propio talento y del de los otros, momento de compartir sueños y esperanzas para contradecir con energía la distopía que nos amenaza y caminar hacia un nuevo renacimiento humanista.
El colectivo Bimillenial (nacidos en el siglo XX, valores del siglo XXI) se enfrenta a su crisis madurescente y constituirá el grueso de consumidores a los que hay que ofrecer productos y servicios que respondan a las necesidades concretas de esta etapa de la vida. El futuro es sénior se mire como se mire.
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