29 de noviembre de 2011

Mas sobre Ciudades Amigables para ancianos

A medida que la población envejece, los planificadores urbanos en muchas comunidades de Canadá se han aliado con investigadores de la salud para escuchar y entender más sobre cómo el entorno físico y social afecta a la salud, la conectividad y la movilidad social.
A principios de noviembre, en Vancouver (Canadá), se realizó un Simposio denominado: “Si lo construímos, ¿Podrán utilizarlo?”, Perspectivas compartidas por expertos en planificación urbana, ingenieros, funcionarios, personas mayores y expertos en disciplinas como la fisioterapia, la geografía, la epidemiología, las ciencias sociales y de salud de los huesos.



Dra. Joanie Sims-Gould - investigadora del Hospital General de Vancouver
Lo que se intentaba acordar es el modo en que influye el entorno, la posibilidad de recorrerlo – porque si no se puede caminar frente a su casa, esto podría afectar su salud física.

Había un interés particular en los adultos mayores debido al cambio demográfico de envejecimiento de la población, pero asumiendo que todas las edades se benefician de mejoras en el entorno construido, porque si se hace un ambiente apto para una persona de 80 años, funcionará igualmente bien para cualquier persona mas joven. La Organización Mundial de la Salud ha desarrollado el proyecto: “Ciudades amigables con los ancianos” para obtener de los planificadores el pensar en los elementos necesarios para apoyar el envejecismientos saludable en una comunidad.



La Agencia de Salud Pública de Canadá ha desarrollado una guía para un envejecimiento saludable en las comunidades rurales y remotas, y su sitio web incluye una lista de las principales características de los espacios al aire libre y edificios amigables, transporte, vivienda, inclusión social y participación.




Por ejemplo, en el extremo oeste de Vancouver existen varios centros para la tercera edad, pero las personas mayores pueden no ser capaces de caminar hasta allí porque hay algunas dificultades: la carencia de bancos ubicados cuidadosamente en ciertos puntos intermedios que les ofrezcan la seguridad de poder detenerse y descansar a mitad de camino. 


Tener un lugar adonde ir – por ejemplo un centro comunitario con un programa interesante - es una buena base. Pero las características del vecindario son fundamentales. Aunque la zona pueda ser considerada segura y confortable, con frecuencia son áreas residenciales con muy pocas personas a la vista, lo que constituye una dificultad extra si el anciano teme caer o sufrir algún problema y no tener a nadie cerca suyo. Y eso se convierte en una barrera real.


Otro tema a considerar ha sido la necesidad de disponer mayor cantidad de sanitarios adecuados accesibles en la vía pública, pues los ancianos suelen tener una mayor necesidad de utilizarlo con frecuencia. Algunas personas tienen problemas de incontinencia, y la falta de baños disponibles se convierte en una barrera social que las aíslan.


Esperemos que este tipo de noticias comiencen a multiplicarse en otros países y ciudades, para acelerar la comprensión de las nuevas dificultades crecientes de una población que envejece.

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