Por Charle Durrett (Senior Cohousing Handbook)
Al haber crecido tan espectacularmente el número de personas mayores, y haber aumentado a la par la autonomía con la que estas personas pueden plantearse su futuro, la opción por la Co-Vivienda en la tercera edad ("senior cohousing") ha alcanzado un notable desarrollo.
Al haber crecido tan espectacularmente el número de personas mayores, y haber aumentado a la par la autonomía con la que estas personas pueden plantearse su futuro, la opción por la Co-Vivienda en la tercera edad ("senior cohousing") ha alcanzado un notable desarrollo.
Co-Viviendas en Nevada City |
Las ventajas que supone la vivienda intencionadamente compartida para las personas mayores, normalmente solas o en pareja, parecen evidentes.
Por un lado las económicas son claras, pues el espacio privado necesario es bastante menor que el habitual en las casas concebidas para una familia entera. Las viviendas construídas para compartir vecindario son más adecuadas a las necesidades reales de la personas o parejas solas, que es la situación habitual de muchas personas de la tercera edad..
Por otro lado, y en función de lo que cada vecino-conviviente esté dispuesto a compartir con los demás, el nivel de gasto disminuye: las comidas en grupo, el personal de limpieza o de asistencia necesario, son mucho más rentables si son compartidos por todos o un buen número de los residentes. Y también va a resultar más económico para la administración.
Las ventajes sicológicas de vivir junto a personas que uno ha elegido, la garantía de que las van a tener cerca, y de que - si las cosas funcionan como debieran - van a contar con su apoyo y podrán prestar el suyo, son indiscutibles.
Sentirse necesario - una vez que uno ha abandonado los quehaceres laborales que parecían dar sentido a su vida - es un elemento incuestionable de la calidad de vida de las personas mayores. Los estudios realizados sobre los mayores que viven en co-vivienda indican que son especialmente activos intelectual, artística y socialmente.
Como anécdota significativa se cuenta que en una residencia colaborativa de este tipo, en el momento de su fundación los 20 covivientes se trasladaron con 12 mascotas, pero al cabo de pocos años, el parque animal se había reducido a un gato y un perro: conforme los animales iban muriendo, dejaban de ser necesarios ante la compañía de otros humanos, y no eran reemplazados.
Otra ventaja cada vez más apreciada es la ecológica. Para algunos representa una de las razones principales para inclinarse por el hábitat compartido, para otros es un elemento más; pero para todos es evidente que, de manera parecida al binomio coche privado /transporte público, es mucho más sostenible la residencia compartida por el: ahorro de espacio, de energia, de necesidad de desplazamientos, etc., que supone.
Esta realidad creciente que encontramos en bastantes países contrasta con lo que vemos a nuestro alrededor: mayores que se aferran a su (cada vez más escasa) descendencia para sobrevivir en sus últimos años, ancianos resignados a ponerse en manos ajenas, sean de residencias privadas carísimas o de la administración pública, donde van a tener que romper radicalmente con sus anteriores círculos de vecindad y amistad. Hemos encontrado muy pocos ejemplos de grupos que hayan organizado colectivamente su propio futuro compartido.
Parece como si la generación protagonista de la caída en picado de la natalidad no se diera cuenta aún de que éste es ya un país de viejos, que las familias numerosas en que se criaron muchos de ellos se ha convertido en una curiosidad de museo, y que la familia ha dejado de ser un colchón para la vejez.
Por otro lado, si los años del ladrillo y la abundancia de dinero en la administración habían hecho pensar a alguien que tenía garantizado no quedarse en el arroyo, las últimas - por ahora - sacudidas de la crisis financiera global están dejando bien clarito que "mamá administración" no va a estar a nuestro lado cuando lo necesitemos.
Pero la otra cara de la moneda es que la generación que llega ahora a la edad de la jubilación es consciente de que (estadísticamente) le queda aún un buen trecho por recorrer en este valle de lágrimas, y tiene en general recursos vitales, si no económicos, para plantearse autónomamente el futuro como una nueva etapa de la vida, de manera parecida a cuando se emancipó de sus padres tuvo que apañárselas para buscar un trabajo o una vivienda.
Parece, pues que se dan todas las condiciones objetivas y subjetivas para que proliferen proyectos de vivienda compartida de uno u otro tipo. Esperamos que la inercia, la concepción desfasada de la familia y de la privacidad, y la falsa ilusión creada por la propiedad privada de la propia vivienda no sean lastres a la hora de planificar una vejez más feliz y autónoma, y a la vez más solidaria y ecológica.
Gracias por toda su información, arquitecto. Le deseo muy Felices Fiestas, y siga adelante con este Blog, que es excelente.
ResponderEliminarMuy interesante. ¿Ya hay algún proyecto de esta clase en Argentina?. Comenté este tema con algunos amigos y coinciden que es el tipo de vivienda donde desearían vivir. ¿Puede agregar ma información sobre este tópico?
ResponderEliminar¿Cuál sería la figura jurídica que se puede utilizar para realizar uno de estos conjuntos?
ResponderEliminarDepende de la legislación de cada país, pero lo normal es constituir una sociedad. Por otra parte, eso simplifica las transferencias, intercambio de viviendas y herencias.
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