11 de julio de 2010

El Alzheimer puede ser nuestra proxima epidemia?

Por Facundo Manes - DIRECTOR DEL INSTITUTO DE NEUROLOGIA COGNITIVA (INECO) Y DEL INSTITUTO DE NEUROCIENCIAS DE LA UNIV. FAVALORO

El mundo se enfrenta a una nueva epidemia de proporciones sin precedentes. La enfermedad de Alzheimer afecta a una de cada diez personas de más de 65 años y a casi la mitad de las mayores de 85 años .
Este año habrá más de 35 millones de personas con demencia, según datos de la Alzheimer’s Disease International (ADI). Esta cifra se duplicará cada 20 años (65,7 millones en 2030 y 115,4 millones en 2050). Pero sus efectos, como sucede dramáticamente con cada epidemia, se sentirán de manera más aguda en los países de bajos y medianos ingresos con respecto a los países desarrollados: mientras que en 2010, el 57,7% de todas las personas con demencia se corresponde a los países de bajos y medianos ingresos, en 2050 la proporción se extenderá a un 70,5%.
La diferencia entre unos y otros tiene que ver con la capacidad de previsión . La falta de planes nacionales contra la enfermedad en muchos de los países deviene de la consideración errónea de que perder las funciones cognitivas es sinónimo de envejecimiento.
La enfermedad de Alzheimer no es parte del envejecimiento normal.

Países como Australia, Francia, Corea y Reino Unido han desarrollado y están implementando planes contra esta enfermedad.
Nuestro país debe instaurar un Plan Nacional contra el Alzheimer que surja del trabajo conjunto de científicos, sanitaristas y gobernantes.
La demencia tiene un impacto físico, psicológico y económico, no sólo en la persona con la enfermedad, sino también sobre la familia de la persona afectada y los cuidadores no familiares, el sistema de salud y la sociedad en su conjunto.
Retrasar la aparición de la enfermedad de Alzheimer es un paso importante en la lucha contra la enfermedad. Si la aparición de la enfermedad de Alzheimer se pudiera retrasar cinco años, se reduciría drásticamente el número de personas enfermas ya que, en el momento de su estadio avanzado, los pacientes estarían alcanzando su expectativa de vida.
Se ha calculado que intervenciones capaces de producir un retraso modesto en la presentación de la enfermedad, por ejemplo un año, reduciría la prevalencia de la demencia 7% en 10 años y 9% en 30 años. Retrasar 5 años la aparición de los síntomas podría reducir la prevalencia 40% en 10 años y 50% en 30 años.
Éste deberá ser uno de los objetivos del Plan Nacional contra el Alzheimer y ser propuesto en las agendas de cumbres multilaterales de presidentes y ministros de la región para sumar esfuerzos y establecer estrategias comunes.
Una mayor comprensión del envejecimiento normal del cerebro es necesario antes de que podamos comprender plenamente las causas del envejecimiento patológico y el deterioro cognitivo.
Proteger las neuronas intactas es un objetivo más importante que reparar las neuronas ya dañadas.
Nuestras capacidades como sociedad deben estar dispuestas en atemperar las secuelas de la enfermedad en aquellas personas que ya la sufren y mitigar el crecimiento exponencial de la epidemia.
Ese futuro depende de la inteligencia y la voluntad de este presente.

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