20 de julio de 2010

Realidad de los hogares para ancianos en Argentina

Los gerontocomios, hogares o asilos de ancianos (mal llamados geriátricos) existen como resultado de la incapacidad de la sociedad para hacerse cargo de sus ancianos.

Las familias muchas veces no saben, no pueden o no quieren asumir la tenencia de las personas mayores, o por lo menos de algunos de ellos. El deterioro en el funcionamiento familiar se produce, en muchos casos, cuando uno de los miembros de la familia padece una enfermedad que lo incapacita y depende de otros para realizar actividades rutinarias como bañarse, ir al baño, afeitarse, vestirse o movilizarse.

Vivir con la familia es lo más adecuado para su desarrollo personal. Pero hay situaciones -que tienen que ver con alteraciones del grupo familiar- que justifican que el anciano abandone su hogar por uno sustituto. Una residencia de ancianos debe ser lo más parecido posible a un hogar y no a una clínica, sanatorio u hospital.


Nada mas alejado de la realidad actual en nuestro país. La diferencia entre los geriátricos en los países desarrollados y los tristes remedos locales con ese nombre es enorme. La problemática de los geriátricos tiene una raíz socio económica. La mayoría no tiene poder adquisitivo para pagar un establecimiento de estas características. Y deben aceptar y acomodarse a establecimientos con instalaciones precarias, con escaso y mal calificado personal, y servicios que suelen variar entre regulares y malos. Que normalmente no tienen habilitación y deberían ser clausurados.

Pero el tema económico también paraliza a las instituciones públicas. Que no se deciden a verificar, exigir y clausurar los “geriátricos” clandestinos, porque entonces se verían obligados a solucionar el problema de sus ocupantes. Con recursos. Y en otras instalaciones.

Que no existen. Porque no hubo interés y/o recursos para construirlos. Entonces, suele ser mucho más fácil (e hipócrita) mirar hacia otro lado, fingir que esa realidad no existe, y omitir los controles y acciones necesarias, hasta que ocurre una tragedia.

Y entonces aparecen los titulares de los periódicos dando cuenta del incendio que provoca la muerte de varios ancianos en un edificio inadecuado. O la inundación que dejo al descubierto otros ancianos viviendo en sótanos infectos.

Y allí recomienza la impostura. Las declaraciones huecas. Las promesas falsas. Las preocupaciones fingidas. (Y la esperanza que pronto se olvide el tema para el que no hay voluntad/recursos suficientes.)

Este problema requiere de dos acciones diferentes. Una, en la esfera política, dependerá de la voluntad social de exigir a sus representantes o candidatos a formular acciones reales sobre esta cuestión, modificando la deprimente situación actual.

La otra, es la propia solución a este problema. Al menos, de manera parcial. Porque la falta de geriátricos (los verdaderos) es un problema que alcanza a todos, ricos y pobres. Los que tienen, los que pueden, debieran advertir esta cuestión, que puede alcanzarlos también a ellos, porque en algún momento serán ancianos, y tal vez enfermos, y necesitaran disponer de sitios adecuados para internarse y vivir. Y comenzar a pensar si, además de invertir en complejos comerciales, edificios de oficinas o viviendas, no ha llegado el momento de pensar en atender a este tan gran y desatendido mercado que constituye la población de la tercera edad.

Como dicen algunos empresarios: ¡El negocio consiste en anticiparse a la tendencia!.

¡Vamos, muchachos! Piénsenlo un poco… Abran su mente y su corazón.

Pueden ayudar a su sociedad a vivir mejor, y a la vez obtener un beneficio.
¿Se atreve a considerar este desafío?

1 comentario:

  1. me encanto!!!!! pienso al 100% lo mismo, esto es dejar de mirarse un poco en el espejo y ponerse a mirar en el q esta al lado. HAY QUE DEJAR DE SER TAN EGOISTAS, asi el mundo no va a llegar a ningun ladoooo!! YO QUIERO UN CAMBIO!!!!
    simplemente DEBIS!!

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