3 de julio de 2010

Necesitamos desterrar la imagen negativa sobre la ancianidad


Comienzan a difundirse las informaciones vertidas en el XII Congreso Nacional de Gerontología, realizado entre el 5 al 8 de junio pasados, en Buenos Aires.

Uno de los muy interesantes informes estuvo a cargo de Natalia Muñiz, redactora especializada del Diario Popular, licenciada en Periodismo y con un postgrado en gerontología social.

En su Mesa titulada: “Adultos Mayores y Medios de Comunicación“, informaba lo siguiente (extracto)

“El año pasado, en el marco de los actos por el 10º aniversario de la Red Latinoamericana de Gerontología (RLG), el periodista colombiano Javier Darío Restrepo, maestro de la Fundación Nuevo Periodismo, en su conferencia “La vejez en la comunicación intergeneracional” destacó que analizando durante un mes diarios y revistas de su país encontró catorce recortes donde se hablaba de adultos/as mayores, lo que denominó “algo así como biopsias reveladoras de lo que pasa en ese organismo de la prensa cuando pasa un viejo”.

En nueve de esas notas, al viejo/a se lo mostraba como un problema, una carga social y familiar; en tres, como protagonista de un record de edad; y solo en dos eran promesa, solución, buena noticia -una columna de opinión donde se explicaba por qué el mundo necesita a las personas mayores y otro donde se celebraba que tuvieran una casa en esa localidad-.

A la hora de construir la vejez como noticia se lo hace desde representaciones sociales obsoletas y negativas, y se lo observa en:
• La selección de los temas: la vejez como un peso económico, sanitario y social, dejando en el camino un amplio temario a desarrollar y mantener en vigencia en los medios de comunicación, destacando la experiencia y los valores de los viejos/as.
• Las fuentes informativas: generalmente se recurre a las instituciones gubernamentales del sistema previsional y socio-sanitario, dándole poco o ningún espacio a las organizaciones de adultos/as mayores, sociedades, federaciones y asociaciones de profesionales que trabajan con el sector.
• El tratamiento de los temas: si hubiera periodistas especializados en Gerontología -como sí los hay en política, economía, deportes, espectáculos- la información podría ser de mejor calidad, con mayor análisis, evitando caer en lo obvio y en lo negativo.
• La jerarquización de las noticias: se brinda poco espacio, con escaso análisis, sin cuadros ni infografías -excepto cuando se trata de temas previsionales-, sin despliegue fotográfico o recurriendo a fotos de archivo.

Frente a este panorama, Restrepo advierte:

“Estos viejos problema y estos viejos rareza que predominan en estos momentos dentro del imaginario de los medios, no son la realidad del viejo. Sentimos que allí aparece una mirada incompleta, por lo superficial y porque prescinde de una visión amplia, no limitada por la fascinación que produce en la prensa el hecho caliente, o el suceso espectacular. Sentimos que ser viejo es más que eso”.

Entonces, el prestigioso periodista preguntó cuál era el viejo que los medios y la sociedad deberían encontrar. Y en su conferencia explicó que la vejez es “una fortuna para los viejos, para la sociedad y para las otras generaciones” si se exhiben las siguientes cualidades:

• Aporta sabiduría: Dado que en la persona mayor se encontrarán, en distinto grado, las huellas de la historia y la cultura.
• Transmite esperanza: El viejo/a vivió guerras, tormentas, accidentes, epidemias, planes económicos, políticas acertadas o desacertadas, malos y buenos tiempos. Pero con sus años manifiesta que siempre hubo una salida.
• Es una oportunidad o varias: Para seguir aprendiendo, trabajando, explorando, descubriendo, sorprendiéndose, apostando.
• Se tiene el deseo de ser inmortal: Los hechos u obras de las personas que se destacaron socialmente por su prestigio, fama, popularidad, quedan en la memoria colectiva. Así como con sus quehaceres diarios, los viejos/as -abuelos/as, familiares, vecinos/as, maestros/as, entre otros tantos anónimos para la sociedad pero importantes para nosotros/as- permanecen vivos, inmortales en los recuerdos de los descendientes, en el barrio, en la institución en la que se desempeñaron, y sobreviven al olvido.

Estas cualidades positivas de la vejez contrarrestan las imágenes que suelen predominar en los medios, donde el envejecimiento poblacional aparece como un problema social, económico, sanitario… como una amenaza.

Esta es la otra mirada, donde “el viejo es el mensaje”, con sus experiencias, errores, logros, esperanza y fuerza superior a cualquier obstáculo.

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