11 de diciembre de 2010

Y ahora... ¿Qué pasará con los enfermos con Alzheimer?

Salud mental en Argentina

La reciente sanción de la Ley 26.657 sobre el Derecho a la Salud Mental, plantea profundas transformaciones en el panorama nacional para el tratamiento de trastornos mentales. 

Por la misma se intenta conciliar la legislación argentina con los principios contenidos en la Resolución 46/119 de las Naciones Unidas, disposiciones de la Asociación Mundial de la Salud y de la Asociación Panamericana de la Salud.


Impulsa un amplio abanico de derechos y salvaguardas para los enfermos, incluyendo el derecho a su atención gratuita en todas las prestaciones e insumos necesarios. 

Exige que su atención sea interdisciplinaria, y se priorice la integración familiar y social de los pacientes. Procura controlar las internaciones y su duración, disponiendo diversos mecanismos de control para prevenir abusos. Y dispone que las internaciones, de realizarse, deberán hacerse en hospitales generales.

Finalmente, dispone la prohibición de crear nuevos manicomios, neuropsiquiátricos o instituciones de internación monovalentes, públicos o privados. Y en el caso de los ya existentes, éstos se deberán adaptar a los objetivos y principios expuestos, hasta su sustitución definitiva por los dispositivos alternativos. 

Dos pasos para adelante. Un paso para atrás.

El reconocimiento pleno de los derechos humanos de los pacientes, el control de las internaciones abusivas, la exigencia de atención interdisciplinaria y la búsqueda de la integración familiar y social son excelentes medidas, en plena coincidencia con las mas avanzadas propuestas mundiales. Con demasiada frecuencia los dementes se han convertido en una presa fácil de la codicia y prepotencia médica, en algunos casos, o del desinterés social y el abandono de la sociedad, por el otro.

Pero la decisión de prohibir instituciones de internación específicos para enfermos mentales, reemplazándolos por hospitales generales, a mi criterio constituye un serio retroceso que producirá una profunda crisis en poco tiempo.

Los autores de la ley parecen olvidar que, especialmente en la tercera edad, hay una creciente ocurrencia de enfermedades mentales que habitualmente son irreversibles y permanentes. En pacientes con mal de Alzheimer, y algunas otras dolencias, la permanencia del enfermo en el seno de una familia se torna sencillamente imposible cuando la enfermedad evoluciona hasta etapas donde se requiere de una internación y cuidados especiales que normalmente se prolongan hasta su muerte.

Prever que esa internación podría realizarse en un hospital general implica ignorar la enorme importancia  e influencia del entorno en pacientes dementes, cuando todas las investigaciones mas recientes recomiendan ambientes que son exactamente lo opuesto de estas instituciones (ver aquí, aquí y aquí )

Y si bien una gran parte de las instituciones destinadas a enfermos mentales actualmente tienen enormes carencias edilicias, técnicas y de personal (fallas atribuibles en su mayoría al desinterés estatal en el tema), en el terreno particular se estaba intentando avanzar con diferentes emprendimientos para ofrecer servicios de excelencia comparables a los mejores del mundo. Esta ley los bloquea. Y también impide el desarrollo, la investigación y la práctica en instituciones que protejan la calidad de vida de los pacientes - que llegarán masivamente cuando la prolongación de la vida promedio se vea acompañada de un incremento similar en las enfermedades mentales propias de la tercera edad.

Y, por otra parte, la insuficiente estructura hospitalaria actual seguramente resultará incapaz de absorber esa gran masa de pacientes con demencia, AUNQUE LO EXIJA LA LEY, por lo que probablemente su redacción quedará reducida a un listado de buenos deseos, pero irrealizables.

En definitiva, la nueva ley posiblemente resolverá una serie de situaciones conflictivas en muchos sectores de la sociedad, pero aparentemente deja afuera y agrava el problema de los pacientes crónicos, de los que habrá un número creciente y que en el futuro seguramente sufrirán la carencia de lugares adecuados y suficientes para su internación y tratamiento. Tengo la impresión que en muy poco tiempo comenzarán urgentes pedidos de suspensión o modificación de estos artículos defectuosamente diseñados.

Entretanto, y desde la geronto-arquitectura, sólo nos quedará aprovechar el tiempo que viene para procurar mejorar nuestra capacitación ante el alud que seguramente se producirá en el futuro, cuando llegue el momento de resolver seriamente los problemas pendientes.

2 comentarios:

  1. No lo había pensado de esa manera, pero tiene razón. No puedo imaginar la convivencia de personas dementes con simples enfermos en un hospital, y la mayoría que conozco no tienen áreas específicas para atenderlos. Por otra parte, sólo hay una mención a un incremento del presupuesto general, pero con poca fundamentación de la realidad de los costos.

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  2. Comparto el pensamiento. Ya han pasado varios meses y no existe la menor señal de cambio, pero se han bloqueado muchos proyectos sobre el tema.

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